RadioBlog: Minuto 92

Papá, porfa, anima a mis rivales

Ya estamos, como quien dice, al borde del fin de semana. Nuestros equipos representativos se aprestan a vivir citas muy importantes: el Almería esta vez descansa, pero juegan nuestros equipos de básket, el balonmano, el voley, en fin, todos.

Y junto a todos ellos, también van a competir nuestros hijos, vuestros hijos. Ellos llevan toda la semana entrenando, trabajando duro y pensando con ilusión en su partido del domingo: de fútbol, de voley, de básket, de rugby, de tenis, de lo que sea.

Ayer fue el día del padre y se me vino a la cabeza el chaval que acaba de recibir un premio por evitar una pelea entre dos padres, durante un partido de fútbol. Dos padres que habían perdido la cabeza, el sentido y la dignidad y que se disponían a llegar a las manos por un simple partido de fútbol de cantera.

El chaval, sin duda el más adulto de todos, se metió por medio y, con su lógica aplastante, hizo sentir vergüenza a los supuestos adultos.

Para vosotros, como para mí, nuestros hijos son lo más importante del mundo. Y es completamente cierto que perdemos la cabeza por ellos. Pero dentro de esa locura que se apodera de nosotros, no está mal conservar cierta lógica a la hora de educarlos y proporcionarles ejemplos válidos para su crecimiento.

Los niños son niños, necesitan aprender y tienen derecho a equivocarse más que nadie. En una cita deportiva, ellos pueden dejar a un lado los valores del deporte y tirar por el camino más inadecuado: son niños y aprenderán.

Pero para mostrarles ese camino, los adultos tenemos que tener muy claro cuál es nuestro papel de ejemplo y, sobre todo, hemos de entender el deporte de cantera como instrumento para formarles, para trasladarles esos valores y para darles a entender que el deporte es un fin en sí mismo, no un medio para llegar al dinero, a la fama o a ninguna otra quimera.

El deporte es un mundo de sabiduría para nuestros pequeños, no un medio para convertirlos en pequeñas figuras que, en la mayoría de los casos, no llegarán a nada.

Cuando voy a un partido de cantera y veo a un padre animar a sus hijos y a los rivales, repartir lecciones de educación, restar importancia a lo que hay en la pista y reflejando eso que conocemos como ‘saber estar’, recuerdo lo que es, de verdad, el deporte de base.

Si me permitís, un pequeño consejo: este finde, cuando nuestros hijos se pongan las zapatillas o las botas, hagamos que se sientan orgullosos de nosotros. Ellos seguro que nos darán motivos para que nosotros lo estemos de ellos.

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