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Acabo de regresar de 17 días de merecidísimas vacaciones y me lo ha puesto muy fácil la Unión Deportiva Almería a la hora de actualizarme y volver a la faena diaria. Fieles a su tradición de disfrutar a tope del verano y la fiesta, los dirigentes rojiblancos vuelven, un año más, a no realizar ningún movimiento en plantilla durante las semanas cruciales del mercado y la pretemporada y a fiarlo todo a la ruleta rusa de los últimos días de agosto que tan funestas consecuencias tuvo el pasado curso.
En estos 17 días en los que he dado con mis huesos en piscinas y playas de todo pelaje no ha habido una sola incorporación y sí alguna salida, como la de Jonathan Viera, no por esperada poco significativa. El jugador canario ha cumplido otra tradición, en este caso personal, la de salir por la puerta de atrás de todos y cada uno de los clubes en los que ha jugado, incluido el de “su vida”, la Unión Deportiva Las Palmas, nada nuevo en el horizonte.
Aunque es cierto que en un club abonado al surrealismo como la UDA puede que esta situación chirríe menos, lo cierto es que la estancia del canario ha sido cuanto menos para tirarse de los pelos, cada cual los que le queden. Viera llegó a un equipo virtualmente descendido, con la única intención de ir cogiendo algo de forma de cara a dar el salto al fútbol árabe y con una nómina disparatada que solo se entiende desde el grado de desesperación de un Mohamed El Assy que necesitaba alguna bomba de humo en un proyecto que hacía aguas por todos lados. Bombita casi diría, ya que no hay que olvidar que Viera llegaba de casi dos meses en paro y sin ninguna otra propuesta potable que echarse a la boca, solo la del Almería.
Viejo zorro, Viera ha dejado tres destellos mal contados sobre el campo mientras exhibía un físico deplorable que le hubiese impedido jugar en ningún otro equipo de la Primera División, suficiente para esa prensa que anestesiada con entradas gratis y buenas bebidas y mejores comidas que le elevó hasta los altares hasta el punto de que el canario acabó siendo aplaudido incluso después de borrarse por la vía rápida y con poca vergüenza torera en el ridículo ante el Getafe. Esa prensa del buen vivir que decía esta misma semana que Viera “ha sumado lo que ha podido” y que no ha querido hacerse eco de la información que yo mismo ofrecí hace mes y medio y en la que dejé claro que, además de todo lo expuesto, un duro enfrentamiento entre Viera y Melero había ocasionado la fractura total del vestuario y un mal ambiente que Garitano no pudo capear y ante el que Mel solo pudo apretar los dientes para acabar de la manera más digna posible.
El final de esta historia es que Viera ya está en Arabia con las alforjas llenas y la UDA, que llegó a ofrecerle dos años más de contrato en un intento disparatado de alargar esta comedia, con dos palmos de narices. Por cierto, una entidad rojiblanca que ocultó la cláusula gratuita que el jugador tenía para rescindir su contrato y que, muy al contrario, dejó caer a través de su prensa amiga de manera repetida que se podía hacer caja con el canario. Ni dinero, ni jugador, una hora menos en Canarias.