
VÍDEOBLOG #Minuto92: El Assy, la milonga que no cesa, por Víctor J. Hernández Bru.
Conocemos a Mohamed El Assy, en mi opinión por desgracia, desde hace casi seis años. Un tiempo lo suficientemente largo como para que el CEO de la UD Almería nos hubiera contado ya alguna verdad. Pero prácticamente no ha habido suerte. Escuchar y leer, hoy por hoy, al señor El Assy, seis años después de su llegada, es volver a pasado, es rememorar las mismas promesas no cumplidas, los mismos discursos no plasmados, los mismos planes no alcanzados del algo más de un lustro anterior.
El Assy, y con él Turki, puesto que se supone que él no deja de ser un representante y empleado de ‘su excelencia’, aunque de esto también hay ya dudas, llegó prometiendo ‘el oro’ (para su tranquilidad, me ahorraré la segunda parte del dicho), haciéndonos soñar con ciudades deportivas y ampliaciones del estadio, con ascensos y aspiraciones europeas, con masas sociales crecientes, con cantera consolidada y referencial, con grandes nombres europeos, con un club que aglutinase a toda la ciudad, con planes que iban mucho más allá de lo deportivo y con todo tipo de ensoñaciones que han quedado lejos de cumplirse, pero que él sigue prometiendo.
La pasada semana concedió una nueva entrevista, de las que desliza con cuentagotas y siempre a medios que jamás caen en la tentación de preguntarle incomodidades, en la que volvió a hablar exactamente de todo esto, de lo mismo que lleva hablando hace seis años. Y sí, en estos seis años, el todo poderoso dinero del no menos todopoderoso Turki, los petrodólares encarnados en fichajes, lograron a la tercera un ascenso a Primera División, después de dos proyectos fracasados y de un gol in extremis de un tercero, en un partido que no jugaba la UD Almería. Luego vino otra permanencia agónica tras haber gastado 52 millones de euros en fichajes, gracias a un penalti en el minuto 84 del último partido y hasta ahí; ahí se acabaron las buenas noticias.
Habían pasado cinco años y al amigo El Assy no le había dado tiempo, en ese plazo, ni de poner ni un ladrillo en la ciudad deportiva ni tampoco en la ampliación del estadio, que sigue teniendo la misma capacidad que cuando ellos llegaron; o mejor, un poco menos, porque hace dos veranos se retiraron las gradas supletorias de los fondos bajo promesa de empezar las obras, cosa que no ha sucedido.
Ahora El Assy nos vuelve a hablar de Europa, nos vende un estadio con capacidad para 28.000 espectadores cuando prácticamente nunca ha llenado el de 15.000, pese a que afirma que tiene exactamente esa cantidad de abonados, lo cual, según él, significa que todas las semanas hay entre 4.000 y 5.000 almerienses que han pagado un abono para no ir al fútbol; de un equipo consolidado en Primera cuando ocupa la séptima posición de Segunda, con un punto de ventaja sobre el octavo, y de la cantera como pieza fundamental, cuando hace camino de dos años desde que una empresa propiedad de Turki, ni siquiera la UD Almería, compró a precio de saldo 87 hectáreas en El Toyo para destinar sólo 13 a la construcción de la Ciudad Deportiva que todavía no ha comenzado.
Cada día hay menos gente que le compra el discurso al amigo El Assy, que sigue quejándose de que las cosas van lentas porque las instituciones españolas ralentizan los procesos, lo cual es lógico en quien no está acostumbrado a los procesos garantistas de un sistema democrático; y de que el sistema del tope salarial y de los límites a los patrocinios estatales de terceros países son la causa de que la UDA no crezca, cuando ya ha tenido casi seis años para enterarse de cómo funciona el procedimiento y adaptar a esas normas a todo el arsenal de posibles inversores que dice que tiene en Arabia y alrededores.
Es curioso, digno de estudio, el fenómeno de cómo una sociedad es capaz de asimilar y digerir tal cantidad prolongada y regularizada de milongas y cómo las autoridades siguen sin retirarle la confianza a un señor que vive en España como todo el mundo sabe que vive, mientras el club cada día ofrece una imagen menos prometedora y mientras él mismo nos desprecia afirmando que la inversión extranjera será la salvación de nuestro fútbol; un fútbol que ha llegó a ser la mejor liga del mundo, precisamente cuando no había inversión extranjera, precisamente cuando El Assy no sabía dónde estaba Almería… ni seguramente dónde estaba España. Pero es lo que tenemos.