
Pero todo eso se ha acabado. Ya no es momento de aportar ideas, ni opiniones, ni mucho menos críticas.
Ahora es momento de ponerse todos el traje de soldado y quitarse el de cabo, de aportar fuerza y no ideas, de dejar que quienes comandan la nave tomen sus decisiones y apoyarlas sean erróneas o acertadas.
La misión, la tarea, no es fácil en absoluto. A todos nos gusta tener nuestro pedacito de protagonismo, sentirnos parte de un equipo y que se respetan nuestros puntos de vista. Y han de ser respetados todos, efectivamente, pero sólo los elaborados por los responsables de tal labor serán los que se llevarán a cabo.
No se pueden poner en práctica todas las ideas y, aunque todos creamos tener la clave para la salvación, posiblemente esa clave sea la unidad, la piña, la unanimidad en torno a quienes toman verdaderamente las decisiones.
Este fin de semana llega el Levante. A la liga le quedan apenas una decena de partidos y el Almería ha de sumar al menos la mitad de ellos. Un objetivo muy complicado, sobre todo si se mira a lo hecho hasta ahora.
Pues bien, si hay alguna posibilidad de que se consiga, ésta pasa siempre porque vayamos todos de la mano, porque olvidemos lo mal o lo bien que se ha hecho todo hasta ahora y miremos al presente.
Ya no hay pasado, no hay tampoco futuro: sólo hay presente, carpe diem, y el esfuerzo común de un club y su afición para superar una contingencia realmente adversa.
Y luego, cuando se haya cruzado la meta, ya tendremos tiempo de ver de qué forma aporta cada uno en el proyecto.