
Orden. Eso es lo que ha puesto Sergi Barjuán desde que ha llegado al Almería. Parece mentira, pero era algo tan sencillo como eso. Luego, el Almería ganará o perderá, se quedará en Primera o volverá a estar un escalón por debajo, pero lo que vemos es una organización ordenada.
Veníamos diciendo tiempo que en el Almería pasan muchas cosas, demasiadas. Y posiblemente lo que Sergi ha intentado es que pasen única y exclusivamente las que tienen que pasar. Es fácil hablar a toro pasado, pero la realidad es que Sergi ha hecho jugar a Espinosa y éste ha demostrado que está entre lo mejor que hay en la plantilla; ha colocado a Thomas en una posición en la que tiene llegada y él le ha respondido con dos goles; ha puesto a Thievy en la punta y a estas alturas pocos dudan de que ésa es su posición más efectiva.
Pero ojo, también ha conservado cosas de la etapa anterior, algunas cosas muy criticadas: Mauro en el centro de la zaga, Dubarbier en el carril (cuidado porque el argentino es fijo, sea quien sea el entrenador), y Corona y Soriano juntos, a pesar de quienes hablaban de ‘tricipote’. Y ahora esas cosas han funcionado.
Lo del sábado no quiere decir, ni mucho menos, que el Almería haya encontrado la pócima mágica. No nos hagamos trampas en el solitario: el Granada es un muerto viviente, un barco a la deriva.
Pero también habrá que reconocer que el Almería jugó su mejor partido y que el del miércoles ante el Barça, a pesar del resultado, tampoco estuvo mal. No faltó mucho para el 3-1 en lugar del 4-0.
Siempre he dicho y seguiré diciendo que es el entrenador el que tiene siempre los máximos argumentos para tomar decisiones, el que mejor conoce a su grupo, muy por encima de nosotros, los periodistas. Pero la realidad es que, viendo lo del otro día, hay decisiones que cuesta trabajo explicarse.
Y una cosa más: ya veo a algunos lanzando las campanas al vuelo. Vaya por delante que yo no me rasgaría las vestiduras si dentro de una semana estamos hablando igual que hace dos. Esto es fútbol.