
VÍDEO BLOG #Minuto92: Las vidas paralelas de la España de Luis Enrique y la UDA de Rubi, por Víctor J. Hernández Bru.
Llamadme loco, pero el domingo por la tarde sentí vivir un extraño paralelismo entre la UD Almería de Rubi y la selección española de Luis Enrique, no tanto por el juego ni por los objetivos marcados por uno y otro, sino por determinadas reacciones que he percibido a propósito de su situación.
Durante y después del partido de la UDA, escuché y leí comentarios acerca de que el equipo rojiblanco está muy bien, que va el primero y tal, pero que es muy timorato en el ataque, se mete atrás en cuanto recibe un gol y termina aburriendo a los espectadores. Todo ello de un equipo que es líder, que le saca seis puntos al segundo, nueve al tercero y quince al séptimo de la tabla, siendo el máximo goleador y el menos goleado de la categoría.
Durante y después del partido de la selección española, escuché comentarios a propósito de que el combinado de Luis Enrique juega muy horizontal, aburre, no machaca a sus rivales, sufre ante equipos menores y no termina de ‘cautivar’, de ‘ilusionar’. Y todo ello referido a un equipo que acaba de firmar su clasificación como primero de grupo para el próximo Mundial, en plena época de transición tras una generación que no ha dado los resultados esperados, después de la gloriosa etapa de Luis Aragonés y Vicente Del Bosque.
En el caso de España, ya sabemos que la gran mayoría de todos esos comentarios se deben a que hay una parte del madridismo recalcitrante que no tolera ni soporta que Luis Enrique no llevara a ningún jugador de su equipo durante varias convocatorias y decidiera no dar bola en la lista a Sergio Ramos en la competición oficial de este verano; un Sergio Ramos que todavía no ha vuelto a jugar ni un minuto, por lesión, tras aquello.
Pero ambos casos coinciden en una cosa: y es la desconexión brutal entre los argumentos de estos señores, que atacan o al menos no aplauden la actuación del líder de Segunda y de la selección recién clasificada para el Mundial, y la realidad en sí; la tozuda negativa a aceptar la realidad de que, en ambos casos, los hechos y los números dan la razón a Rubi en el Almería y a Luis Enrique en la selección.
El fútbol, como la vida, siguen teniendo esa extraña capacidad de permitir a determinados sujetos continuar viviendo en un mundo absolutamente paralelo a la realidad, ajenos a los datos, los números, las estadísticas y, sobre todo, la verdad de las cosas.