Analizar qué le pasa a este Almería, de verdad, es algo que yo en 20 años como profesional no he vivido ni por asomo, la verdad no recuerdo que nada se le haya acercado a esto. Un CEO que no tiene ni puñetera idea de fútbol y lo eligen como CEO para dirigir una empresa de fútbol. Pero no solo no sabe, se cree el mejor CEO del mundo, inventándose que lo quiere media Europa, tiene cojones. No aparece por el club, su despacho es un disco pub llamado ‘El Bribón’, ahí sí que se siente un campeón. Un CEO que veta y que convierte al Almería en una dictadura, periodistas que no pueden preguntar libremente mientras nos miente a todos con los fichajes. Cuando tiene que hacer lo que prometió dice que no hay dinero, es una pena que teniendo todos los recursos que han pasado los hayan malgastado por el capricho de un inepto que se ha llevado El Toyo y se ríe por el chollo que le ha conseguido su jefe. Por eso ha elegido a alguien que no sabe porque el fútbol en Almería le da igual, no lo siente, nos mira a todos los almerienses como inferiores y lo que es más grave, nos llama tontos a la cara.
Por otro lado está el míster, el salvador, el esperado, rodeado de mentiras a su llegada, menos lo de la pasta, que eso sí es verdad y bien verdad y empieza a ‘milongear’ una semana sí y otra semana también y el vestuario se va rompiendo y se convierte en un polvorín. El míster, en su nube, ve otros partidos, analiza otras cosas diferentes, todos son buenos, nunca se equivoca, cuando falla en los cambios tácticamente ya no le salen las cosas, no trabaja la táctica, la técnica y los balones parados, hasta discuten por quien va a tirar las faltas. Pero qué más da, su jefe el CEO en el Bribón les espera, el míster sabe que no lo van a echar y los jugadores, simplemente demostrando que son muy malos pero porque no se dan cuenta que aún siendo malos, con cojones y ganas se consiguen muchas cosas.
