
Lo ha dicho esta semana más de un tertuliano del Minuto 92, aquí en Radio Marca: el Almería debe dejarse ya de buenas sensaciones ante los rivales imposibles y empezar ya a ir al tema, al lío, al turrón.
Evidentemente, preferimos ver a un Almería bien plantado, con oficio y cierto decoro como el de ayer en el Nou Camp, a un equipo que pierde el alma y la tensión como el Granada del otro día en Madrid… o como el Almería frente al Levante.
Pero luego están los números. Y el Almería, este año, frente a los más duros rivales, no ha hecho malos números, pero no ha sumado ni un solo punto.
Ayer, dando por sentado de que nos volveríamos con derrota del santuario blaugrana, la realidad es que hay más en lo positivo que en lo negativo.
Se vio a un equipo con orden, con una idea muy clara de fútbol, que luego habrá que ver si es capaz de desarrollar contra los rivales de su liga, y con jugadores a los que habíamos visto poco y que no desentonaron en absoluto, como el canterano Antonio Marín o Casado en los laterales o Espinosa, que tenía una misión muy difícil puesto que su equipo apenas tuvo balón, pero que no estuvo mal en lo que se le vio.
Luego está el caso de Thievy, siempre lucido y resplandeciente en las grandes citas, justo cuando menos se le necesita, y pasota y poco integrado en los partidos en los que el Almería se juega la vida. Está por ver si Sergi Barjuán logra cambiarle esa dinámica. Sin lo consigue, sin duda el Almería tendrá un nuevo y poderoso arsenal con el que luchar por salvarse.
Y en lo negativo, tan sólo el gesto de Édgar, una vez más Édgar, cuando fue cambiado. Una pena que incluso los medios a nivel estatal tengan que destacar que un futbolista del Almería tiene un gesto impropio de un profesional, de un compañero. A Édgar le urge alguien que le cuente un par de cosas sobre lo que es la vida, puesto que lo que aparenta es que de momento la ha visto siempre de color demasiado rosa.