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Ya es un hecho: este año ya no contaremos con la magia de Harry Potter en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. Ya no veremos sus pases imposibles, sus regates inimaginables, sus acciones para privilegiados, su constante homenaje a Andrés Iniesta.
Pozo hará todo eso, seguramente en mayor medida puesto que la categoría le ayudará bastante más, en Vallecas. Suerte han tenido los vallecanos.
El futbolista que llegó a Almería hace tres campañas sobre la bocina del mercado estival, en una genialidad de Alberto Benito, que lograba su traspaso por 500.000 euros procedente de un City en el que no contaba, no ha terminado de explotar en Almería, cierto es. Pozo tiene fútbol para haber hecho mucho más de lo que le hemos visto, pero no conviene perder de vista el entorno, en el que se ha visto obligado a convivir con futbolistas de una categoría bastante inferior a la suya, sobre todo en la parcela delantera, y con algunos entrenadores que no sólo no lo han entendido, sino que le han llegado a pedir que hiciera el mismo trabajo que los obreros del fútbol, sin percatarse de que estaban delante de un arquitecto.
En el fútbol, como en la vida, todas las labores y profesiones son respetables, pero conviene que el encargado de distribuir labores sepa cuáles son las características de cada uno de sus peones, para no terminar colocando al fontanero a arreglar sillas, al albañil a desatrancar tuberías y al carpintero a hacer que funcionen las luces.
Se va Pozo y me resulta curioso cómo algunos aficionados de la UDA, no sé si muchos o pocos, lo abuchean virtualmente en su despedida, cuando lo que en realidad merece el malagueño es el agradecimiento de una afición ante la que ha brillado lo que ha podido, rodeado de mucha mediocridad, la que se ha reflejado en tres temporadas salvándose el equipo en la última jornada.
Pozo se marcha y todos ganan en la operación… menos uno: gana sin duda el futbolista, que por fin da el salto a Primera División, sin ningún género de dudas la categoría en la que merece estar; gana el Rayo, que va a tener en sus filas a un jugadorazo, uno de esos futbolistas diferentes que tanto escasean, que sembrará de magia la pradera vallecana; y gana Alfonso García Gabarrón, cuya empresa hortofrutícola, la tenedora de los derechos de sus acciones en el Almería, se embolsará más de un millón de Euros.
Ganan muchos, por tanto, pero… ¿y el Almería? El Almería pierde a su jugador más talentoso de los últimos años y la gran duda que tenemos, que al menos yo tengo, es a dónde va a ir a parar ese dinero del traspaso.
Tan sólo pido que no vaya al mismo sitio que los tres millones por traspasos y los seis por derechos de televisión del pasado verano.